domingo, 19 de abril de 2009








Una anécdota moderna

Existe, en el largo anecdotario arquitectónico, una de ellas que involucra a dos de los grandes referentes de la arquitectura moderna del siglo XX: Oscar Niemeyer y Walter Gropius.
Gropuis visita a Niemeyer en la casa de éste, un edificio emplazado en un solar de características morfológicas particulares que prestaban a la construcción algo de esa misma sinuosidad.
En esa ocasión Niemeyer comenta que el diseño parte de que los principales ejes formales convivan armoniosamente con las líneas de las curvas de nivel. Como resultado, un edificio de formas onduladas y sensuales que se integran de modo orgánico a su entorno.
Gropuis, con un bagaje y un lenguaje arquitectónico funcionalista, hace un comentario ingenuo a su exótico colega:
Cuenta Niemeyer:
"Walter Gropius vino a verme a mi casa de Canoas, sobre Río.
La diseñé según una secuencia de curvas naturales de modo tal que fluyera a partir del paisaje circundante.
Me dijo que era muy bella, pero que no se la podía producir en serie.
¡Como si a mí interesara semejante cosa!
¡Qué idiota!"






Gropius, arquitecto y catalizador del movimiento Bauhaus, con ideas bastante sólidas acerca de lo que la arquitectura debe poseer y ofrecer y el orden de importancia de cada una de éstas variables.
El concepto estético de Gropius es aún más erudito que el de Niemeyer, apela a cierto grado de cultura. La belleza radica en el alto grado de eficiencia en el funcionamiento del edificio y de los materiales.
La belleza de la arquitectura por si misma, sin intentos de dotarla de un lenguaje paralelo que la haga decir disparates como sus detractores posmodernos.

Niemeyer, procedente del trópico, posee el colorido lenguaje latinoamericano, inquieto, extrovertido.

El concepto estético bauhausiano filtraba los arrebatos decorativos para dar lugar solamente a ese concepto casi científico de la belleza, de la misma manera que un matemático puede encontrar belleza en ecuaciones y en modelos numéricos, fantaseando con gráficas aún más imposibles que algunas de las nuevas tendencias arquitectónicas en boga.
Jean Baudrillard escribe, en su libro “cool memories”, a modo de aforismo:
“La única revolución en las cosas ya no consiste hoy en la superación dialéctica sino en su elevación a la potencia X, sea la del terrorismo, la de la ironía o la de la simulación. Ya no es la dialéctica sino el éxtasis lo que priva. Así el terrorismo es la forma extática de la violencia, el Estado es la forma extática de la sociedad, el porno es la forma extática del sexo, lo obsceno es la forma extática de la escena, etc. Parece que las cosas hayan perdido su fin, su determinación crítica y solo pueden redoblarse en su forma exacerbada y transparente. Así la guerra pura de Virilio: el éxtasis de la guerra irreal, virtual y presente en todas partes. No hay una exploración espacial que no sea un hundimiento de este mundo. En todas partes el virus de la potencialización, del hundimiento, lo arrastra hacia un éxtasis que también es el de la indiferencia.”
Esto podría ser aplicable a los proyectos arquitectónicos hechos para generar plusvalía, esos caprichosos arrebatos formales que pretenden fundir en una misma disciplina toda la plasticidad escultórica posible y el confort. Es notorio el caso de una propuesta realizada por la Arquitecta Zaha Hadid, un edificio que fue rechazado por pasar por alto la variable climática, el edificio, una biblioteca, no integraba coherentemente variables de confort climático, pero era un objeto seductor.

Los proyectos de arquitectura social de Le Corbusier y Gropius, fueron precedentes esenciales de los que todavía se rescatan ideas utilísimas e imágenes preciosas.

La Unidad Habitacional de Berlín o las Villas Weissenhoff son proyectos sociales en las que hoy en día viven personas con mejores ingresos económicos que las personas para las que fueron proyectados.
Proyectos innovadores a los que quizás la sociedad no supo apreciar en su momento pero que con el tiempo han ido cobrando, poco a poco, el estatus de masterpieces de la arquitectura.



Carlos Alberto López Rojas
Estudiante de la Facultad de Arquitectura
de la Universidad de San Carlos de Guatemala
Guatemala, Febrero de 2,009.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante interesante!!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.